INTRODUCCION
Los cambios que se han generado en la composición de los alimentos debido a la industrialización a lo largo del siglo XX, han modificado las proporciones de nutrientes esenciales en los mismos, que poco tienen que ver con los productos naturales silvestres de los cuales se alimentó históricamente el hombre. De acuerdo a estudios que se han realizado en todo el mundo, tuvo lugar un importante cambio en la proporción de las grasas esenciales de la alimentación, específicamente en los ácidos grasos poli-insaturados Omega 6 y Omega 3, generándose un desequilibrio que está provocando trastornos evidentes y muy importantes en la salud, vinculados directamente con las enfermedades crónicas no transmisibles. La presencia de estas enfermedades es cada vez mayor en todo el mundo y las necesidades de actuar para disminuirlas son urgentes, no solo sobre las pérdidas de vidas anticipadas, sino también por las pérdidas económicas de recursos de salud en mas de un 50% del total de los recursos, tanto en los países desarrollados como ahora en los en vías de desarrollo. La posibilidad de detener el progreso de esta situación a través del manejo de los alimentos, es tan interesante como obligatoria y debe ser tenida en cuenta por cualquier nación que busque implantar una política de prevención de salud.
Las investigaciones sobre los lípidos esenciales están conduciendo claramente al esclarecimiento del papel bioquímico de los poli-insaturados omega-3 en el metabolismo y como han quedado relegados de nuestros alimentos, debido al consumo masivo de productos alimenticios producidos por la industria, se hace necesario la búsqueda de una forma de suplementación eficaz que realmente de soluciones concretas y evidentes. Lamentablemente el uso de los omega-3 ha sido hasta hoy un elemento más de marketing para la industria motivando a un grupo de gente interesada en la salud, al consumo de sustancias de procedencia dudosa que no proporcionan ningún beneficio apreciable en la salud pero que mejora la ecuación económica del industrial. Los productos que se presentan como aportes de omega-3 generalmente asociados a los alimentos como leche, huevos y otros, no aportan adecuadamente los niveles necesarios y lo que es peor no tienen la estabilidad adecuada generando finalmente un desprestigio sobre los omega-3 en general.
Lo cierto es que la necesidad está planteada. Los animales de consumo (pollo y cerdos) confinados y alimentados por el hombre, solamente consumen ácidos grasos omega-6 provenientes de los granos y de los aceites vegetales adicionados. Como para agravar aún mas la situación en todo el mundo se dispara el consumo de los aceites vegetales de semillas con elevados contenidos de poli-insaturados omega-6 como el girasol, maíz y soja (70, 65 y 55% respectivamente). Estos ácidos grasos omega-6 y omega-3 se ubican en las membranas celulares y cumplen un papel metabólico muy importante que tiene que ver con la inflamación y la respuesta inmunológica y el desequilibrio de éstos ha generado trastornos en la respuesta metabólica del organismo. Como los ácidos grasos Omega-6 son los responsables de provocar la inflamación, los procesos inflamatorios se han incrementado enormemente debido al incremento de su concentración a nivel de todas las células, los procesos inflamatorios se han visto fuertemente incrementados en el organismo de las personas con desequilibrio: elevado omega-6 vs. Bajo omega-3. Por otra parte los ácidos grasos Omega-3 han disminuido su presencia de manera alarmante en los alimentos y eso ha generado un déficit en la respuesta defensiva del organismo y en las funciones metabólicas y fisiológicas específicas que tienen que ver con el funcionamiento normal celular. El incremento en los ácidos grasos Omega-6 tiene que ver con el aumento en la producción de semillas usadas para alimentación del hombre y de los animales de consumo y en la última mitad del siglo 20, por la industrialización de las semillas para la producción de aceites vegetales y el consumo diario de los mismos. Por otra parte los ácidos grasos Omega-3, que son sintetizados por las hojas verdes (donde se ubican en la tierra), han disminuido en los alimentos debido al confinamiento del los animales de consumo y a la imposibilidad de estos de ingerir hojas verdes o animales, como insectos, que consumen grandes cantidades de hojas, concentrando estos ácidos grasos Omega tres en su organismo. La solución de fondo de este problema pasa por un rediseño en la producción de animales de consumo, sobre todo en lo que tiene que ver con la modificación de su alimentación balanceada, para evitar que este trastorno afecte al hombre.
Lo cierto es que la necesidad está planteada. Los animales de consumo (pollo y cerdos) confinados y alimentados por el hombre, solamente consumen ácidos grasos omega-6 provenientes de los granos y de los aceites vegetales adicionados. Como para agravar aún mas la situación en todo el mundo se dispara el consumo de los aceites vegetales de semillas con elevados contenidos de poli-insaturados omega-6 como el girasol, maíz y soja (70, 65 y 55% respectivamente). Estos ácidos grasos omega-6 y omega-3 se ubican en las membranas celulares y cumplen un papel metabólico muy importante que tiene que ver con la inflamación y la respuesta inmunológica y el desequilibrio de éstos ha generado trastornos en la respuesta metabólica del organismo. Como los ácidos grasos Omega-6 son los responsables de provocar la inflamación, los procesos inflamatorios se han incrementado enormemente debido al incremento de su concentración a nivel de todas las células, los procesos inflamatorios se han visto fuertemente incrementados en el organismo de las personas con desequilibrio: elevado omega-6 vs. Bajo omega-3. Por otra parte los ácidos grasos Omega-3 han disminuido su presencia de manera alarmante en los alimentos y eso ha generado un déficit en la respuesta defensiva del organismo y en las funciones metabólicas y fisiológicas específicas que tienen que ver con el funcionamiento normal celular. El incremento en los ácidos grasos Omega-6 tiene que ver con el aumento en la producción de semillas usadas para alimentación del hombre y de los animales de consumo y en la última mitad del siglo 20, por la industrialización de las semillas para la producción de aceites vegetales y el consumo diario de los mismos. Por otra parte los ácidos grasos Omega-3, que son sintetizados por las hojas verdes (donde se ubican en la tierra), han disminuido en los alimentos debido al confinamiento del los animales de consumo y a la imposibilidad de estos de ingerir hojas verdes o animales, como insectos, que consumen grandes cantidades de hojas, concentrando estos ácidos grasos Omega tres en su organismo. La solución de fondo de este problema pasa por un rediseño en la producción de animales de consumo, sobre todo en lo que tiene que ver con la modificación de su alimentación balanceada, para evitar que este trastorno afecte al hombre.
EL MUNDO MARINO UNICO RECURSO REAL DE OMEGA-3
La fuente de ácidos grasos Omega-3 necesaria para paliar esa carencia sólo puede provenir del mundo marino debido a que los seres que viven en él, tienen alta concentración de ácidos grasos Omega-3 en sus lípidos, permitiendo servir de recurso de suplementación para paliar esta situación de carencia.
RELACION DE LIPIDOS OMEGA-6 / OMEGA-3 EN NUESTRAS CELULAS
OMEGA-6
OMEGA-3
La obtención de aceites marinos a partir de la fabricación de harina de pescado presenta importantes problemas de calidad, el aceite obtenido por métodos tradicionales (cocción, prensado, separación de aceite, refinado y concentración), afecta la actividad biológica de los omega-3 que son altamente inestables, por la cocción y por la mezcla de los otros elementos provenientes de la fracción líquida que son altamente pro oxidantes como la sangre y los productos degradantes de las vísceras. Como resultado de un mal proceso, el uso de aceites de pescado provenientes de la industria de la fabricación de harina de pescado para alimentación animal, carece de actividad biológica y por consiguiente también de actividad farmacológica. Al tratar estas enfermedades crónicas no transmisibles con poli-insaturados omega-3 provenientes del aceite de pescado industrial ha generado incredulidad por estos productos en el mundo médico.
UNA NUEVA TECNOLOGIA EN URUGUAY
Durante 20 años se ha trabajado en el desarrollo de una metodología de extracción que contemple esta problemática. Finalmente una nueva metodología que no usa calor ni productos químicos ha sido probada en Uruguay desde 1997, primero en animales y luego en seres humanos. El producto obtenido fue un aceite crudo de pescado (sin cocción), que no requiere refinado, al cual he denominado Verus. La administración en los animales pudo revelar un fuerte componente anti-inflamatorio manifiesto en inflamaciones agudas como alergias, pero además con notable resolución en inflamaciones crónicas evidentes con hiperqueratosis, pérdida de pelo e intenso prurito (alergia crónica a la pulga en perros), artrosis en animales viejos y mejor respuesta inmunitaria en ovejas en pastoreo en época de invierno. Otra importante acción metabólica fue descubierta en la reproducción del ganado vacuno de cría en pastoreo en pradera natural con la dosificación oral de este producto . Los potentes efectos inhibitorios sobre la cascada del ácido araquidónico permite controlar el tenor de prostaglandina F2 alfa en el útero de las vacas recién fecundadas, evitando así una muerte embrionaria que se presenta con inusitada frecuencia, provocando que las tasas de concepción general sean anormalmente bajas en el rodeo del Uruguay. El uso en medicina veterinaria fue discontinuado por el uso creciente en medicina humana donde las necesidades de salud son urgentes y los precios mejores.
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